¡Qué grande es el cine! (04/09/2000) |
Film en doce cuadros: doce capítulos aislados, no narrativos, de naturaleza y duración muy variable, que resumen los últimos meses de la vida de una joven de 22 años. Vivir su vida es tal vez su deseo, irrealizado: poco tiene como proyecto, tan sólo vagos sueños; y poco tiempo para intentar convertirlos en realidad. Malvive una vida enajenada, alienada al extremo. Vivir su vida es también lo que quiere que, desde fuera, sin identificarnos con ella realmente, hagamos los espectadores de la película. Para ello nos transmite su confusión, sus difusos anhelos, su desorientación, su agobio, su malestar, y nos documenta sobre los mecanismos del oficio en el que, por deslizamientos progresivos, se deja meter.
Se dirá aún, como se dijo hace nada menos que 38 años, que Vivre sa vie carece de unidad y de progresión narrativa; que se pierde en digresiones. Sería artificioso imponer un impulso narrativo a una vida que precisamente carece de objetivos claros y del empuje preciso para siquiera acercarse a ellos. Sería vano pretender contárnosla en su integridad, y además de ser imposible, no hubiera resultado muy interesante. Siempre nos dan fragmentos, laboriosamente convertidos en un argumento dramatizado. Godard quiere desdramatizar, analizar, diseccionar, un asunto que le preocupaba ya entonces y sobre el que ha vuelto obsesivamente, sin duda porque encuentra que la prostitución es una metáfora de nuestra época. Por eso opta por darnos los fragmentos como tales, al azar, sin un orden preciso.
Notas preparatorias para la presentación de la sesión de “¡Qué grande es el cine!” emitida el 4 de septiembre del 2000.
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