lunes, 17 de julio de 2023

Adieu (Arnaud des Pallières, 2003)

El enigmático enfoque de Arnaud des Pallières

En realidad, ignoro la edad y los antecedentes de este poco prolífico y algo marginal e intermitente cineasta francés, ajeno a las modas y usos de su época y al que, en cambio, me parece intuir un cierto extraño parentesco con Alain Resnais; en él detecto a veces una franqueza al límite de la rudeza que recuerda a Maurice Pialat, otro caso aparte, y extemporáneo siempre. Adieu es una de las películas más sorprendentes e impresionantes de los últimos años, que probablemente, de no reconocerse esa Francia profunda, rural, un poco mezquina, que nos han enseñado Bresson y el propio Pialat, ni parecería francesa, y quizá se hubiera ubicado en un norte, Suecia o Dinamarca, que Dreyer mostró por última vez hace más de medio siglo y Bergman hará pronto 40 años, con olor a catolicismo rancio y ahuecado, a intereses y tradiciones y lazos familiares podridos.

Pero no es Adieu una película austera y naturalista, de sacristía, ni abstracta y filosófica tampoco. Sus bloques, que se turnan misteriosamente como transitorios centros de interés –porque durante unos minutos esa rama del árbol es la que se nos muestra y permite seguir–, configuran, por el contrario, una narración elíptica y misteriosa, poco previsible, y con elementos no ya líricos sino metafóricos y hasta con tono y trayectoria de parábola, que hacen que, siendo todo visible y hasta obvio, una vez sucedido lo mucho que en ella acaece, las zonas de sombra recedan sólo poco a poco, guardando restos del misterio con el que inicialmente nos topamos, de la resistencia que presenta lo que podemos enlazar y asociar, aventurando una hipótesis que quizá explique plausiblemente todo —pero nunca “más allá de una duda razonable"—, para entenderlo.

Una prodigiosa presencia —cuerpos, gravedad, voz, ojos—, más allá de toda actuación, de los intérpretes, se diría que profesionales en su mayoría, algunos de los desconocidos quizá asiduos de la escena o el estudio de televisión, pero que ocultan tan bien su esfuerzo y su pericia que igual pudieran ser "no actores” fichados al vuelo en un rincón provinciano…, una reconocida angustia legendaria, reiteradamente manifestada por el que trata de huir de Argelia y es, para su desesperación, detenido y devuelto a la raíz de su pánico. Adieu gana en fuerza y tensión todo el tiempo que no malgasta en explicaciones, en precisiones prescindibles, en ambientación de pacotilla, dejando que de su huesuda desnudez misma surja una buena parte de su drama.

En Miradas de cine, julio-2007

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