viernes, 7 de julio de 2023

The Miracle Woman (Frank Capra, 1931)

Curiosa coincidencia la que permite, con el pretexto de la Semana Santa, ver a pocos días de distancia esta película y El fuego y la palabra (horrendo apodo de Elmer Gantry, 1960) de Richard Brooks, dado lo mucho que tienen en común. Tanto que hace pensar que la obra teatral Bless You, Sister de John Meehan y Robert Riskin adaptada por Jo Swerling y Dorothy Howell debía ser un plagio parcial de la novela de Sinclair Lewis —publicada en 1927— llevada al cine por Brooks (1).

Me interesan más, sin embargo, las divergencias que las similitudes. El film de Capra tiene un sentido del humor del que carece, casi por completo, el de Brooks, y que da lugar a las mejores y más originales escenas de la película, melodrama que bordea la comedia en todas las escenas entre el ciego compositor fracasado John Carson (David Manners) y la predicadora Florence Fallon (Barbara Stanwyck), en especial todas aquellas en que, a la «puesta en escena» religiosa (con leones y todo) de la falsa profetisa, el invidente replica con su propia farsa, utilizando un muñeco de ventrílocuo.

En este sentido, es ejemplar la escena en que el ciego pide ayuda a su casera para que le describa el camerino de la hermana Fallon y poder hacer creer a ésta que ha recobrado la vista, fabricando así otro falso milagro para que ella recupere la fe en sí misma y no se vaya —como ha anunciado la prensa— a Tierra Santa; en paralelo, el «apoderado» de Florence —un chantajista— prepara, con minuciosas direcciones escénicas, la nueva farsa que ha montado con motivo de la despedida. La religión como espectáculo y negocio, como —en otras películas de Capra, de Mr. Smith Goes to Washington (1939) a Meet John Doe (1941)— la política, es una de las cosas que Capra aborrece más, de igual forma que es notable la frecuencia con que sus protagonistas son víctimas de un chantaje.

(1) Tal vez todo se explique volviendo los ojos a la realidad: la historia de Florence Fallon que cuenta Capra está inspirada en la vida de Aimee Semple Macpherson, que tal vez sirviese de base a la Sharon Falconer de Sinclair Lewis y Richard Brooks.

En “Dirigido por” nº 63, abril-1979 

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