Pese a que su filmografía es ya, siquiera cuantitativamente, una de las más impresionantes del cine americano de los últimos decenios (35 películas), y una de las mejores representadas en el incipiente y errático mercado de DVD, todavía quedan obras de Woody Allen sin editar en España en este sistema, y por tanto, generalmente inasequibles en VO (subtitulable) y en su originario formato panorámico; entre ellas, casualmente, tres de las cinco que prefiero y mi favorita absoluta, Hannah y sus hermanas. Afortunadamente, la laguna se ha visto achicada con la aparición de Hannah…, La comedia sexual de una noche de verano e Interiores, junto con otra de las más maduras, Otra mujer, y la menos lograda pero sumamente importante y reveladora Zelig, cúspide de las tendencias multiesquizoides y “miméticas” de Woody.
Parece que a muchos la cuestión del formato —lo que equivale a decir el encuadre, la composición y la mayor o menor “holgura” espacial, que influye en el ritmo y el tono de cada escena— les resulta indiferente; es como aceptar un “detalle” en lugar del cuadro entero, o dar por bueno un libro al que sistemáticamente le hubiesen cortado la primera y la última palabra de cada renglón. A quienes les dé lo mismo ver una película casi cuadrada cuando era más o menos apaisada (entre 1x1,66 y 1x2,55) no les interesará tenerla en DVD; a los que nos parece fundamental, aparte de su muy superior definición (sobre todo en blanco y negro), el sistema digital brinda la posibilidad (no siempre aprovechada) de verla del modo más cercano al de su concepción. En el cine de Woody Allen —que, en blanco y negro o en color, siempre trabaja con los mejores fotógrafos (Gordon Willis, Sven Nykvist, Pasqualino De Santis— es especialmente importante, porque hace películas poco “imponentes” (si se compara con Scorsese, De Palma, Coppola, Cimino, Tarantino y otros contemporáneos), más “frágiles” o “vulnerables”, siempre más bien “pequeñas”, mayoritariamente “de interiores”, y un poco —si se me permite la expresión— “canijas”… pero no tanto como quedan en TV y en casi todas las ediciones en VHS, cuyo estrechamiento lateral provoca una molesta sensación de claustrofobia e introduce cierta arbitrariedad y asimetría caprichosa en los encuadres. De hecho, en los últimos años ha sido casi imposible ver una película de Woody Allen relajada y cómodamente, sin que la irritación mermase su comicidad o su emoción.
Bienvenida, pues, la vuelta a la circulación de cinco obras complejas y conmovedoras, realmente imprescindibles (sobre todo, para mi gusto, Hannah y sus hermanas), a menudo muy divertidas (salvo la muy dramática y seria Interiores, que está pidiendo a gritos una revisión), y que no se cuentan entre las mejor conocidas de Allen, pese a que son fundamentales para entender su personalidad y su visión del mundo.
La reedición en DVD supone una ocasión para reconsiderar la historia del cine en casa, en el momento apetecido y a veces (aunque este no sea el caso) con escenas eliminadas del montaje y comentarios o entrevistas con sus autores. Hasta con cineastas de prestigio o de moda, siempre hay piezas no justamente apreciadas en el momento de su estreno y que hoy, con más perspectiva (por el tiempo transcurrido y por su evolución ulterior), pueden revelar toda su importancia. No sería malo que se beneficiase de una nueva mirada una película tan conmovedora y rica como Hannah… (pese a que Woody interprete un personaje secundario), o como la incomprendida Interiores (en la que ni sale, y que carece de elementos cómicos, pero que es una obra personal, sincera y muy dura, admirablemente escrita, dirigida e interpretada), o la minusvalorada La comedia sexual…, muy alegremente despachada como un “pastiche” de las bergmanianas Sonrisas de una noche de verano, cuando es otra cosa, no sólo una comedia “de época” muy divertida; Otra mujer, con la presencia cassavetiana de Gena Rowlands y de Gene Hackman y Blythe Danner, es otra de las películas de Woody más logradas y, curiosa paradoja, menos recordadas; Zelig, mayoritariamente en blanco y negro y visualmente la menos distinguida de las cinco, fue elogiada en su tiempo, pero ha caído en el olvido precisamente cuando se puede ver más claramente su carácter premonitorio en la obra de Allen.
En "El Cultural", 12/09/2002
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