Miguel Marías no está obsesionado con el cine de Almodóvar, pero sí por Buñuel. Lleva más de 20 años –aún vivía el director aragonés cuando empezó– escribiendo un libro sobre el cineasta que considera más genial. No se atreve a terminar y publicar su estudio porque está convencido de que será excesivamente polémico. Es como «el cuento de nunca acabar». Cada vez que se pone a ver sus películas descubre nuevos matices y va modificando el texto.
«La influencia de Buñuel en Almodóvar es sumamente difusa». De esta manera se expresa el crítico y estudioso del cine al plantearle el tema que nos ocupa. «Es la misma influencia que inevitablemente ha de tener casi cualquier director, de una edad como la suya, que hace cine en España y que ha aprendido a hacer cine viendo, entre otros, a Buñuel. Como gran parte de su obra está hecha fuera de España, hay una serie de elementos característicos y muy radicales españoles que, quieras o no, –da lo mismo que sean cineastas andaluces, catalanes o madrileños– tienen ciertos paralelismos con el cine de Buñuel. No hace falta ser aragonés ni nada por el estilo. Son influencias que, en algunos casos, son culturales y universales, con un cierto elemento surrealista que en la cultura española coexisten con el realismo y el naturalismo. Hay una tendencia también a lo disparatado y a lo fantástico y, dentro del realismo, una tendencia a la caricatura, al chascarrillo, a las bromas y a las deformaciones. El mayor emblema es toda la teoría del esperpento. Es muy fácil, forzando un poco las cosas hacia la caricatura, pasar del naturalismo al esperpento. Es como los espejos deformantes. Yo creo que esa visión, sobre todo en el primer Almodóvar, la hay. Lo que no hay –contrariamente a otros directores españoles– son planos imitados de Buñuel, o «buñueladas». Algunos copian lo más superficial, más o menos surrealista, sacado de una escena onírica y le hacen un homenaje, o un guiño. Eso no lo ha hecho nunca el director manchego».
— ¿Si no es a Buñuel, a quién podemos adivinar detrás de las películas de Almodóvar?
— Las raíces que podemos descubrir en Almodóvar vienen más bien de otros que, quizá sin saberlo y sin proponérselo, eran más o menos buñuelianos como Fernán Gómez en El extraño viaje, película que ciertamente le ha influido. También tiene que ver con las primeras películas españolas de Ferreri, sobre todo El pisito y El cochecito. Creo adivinar un vínculo con algunas de Berlanga, que no se parece nada a Buñuel pero que coincide en la materia prima y, a veces incluso, en la manera de tratar los temas.
— En un principio el director de Mujeres al borde de un ataque de nervios confesó que se reconocía en muchas cosas de Buñuel. Luego parece que ha marcado distancia de ese reconocimiento.
— Hace muy bien Almodóvar en seguir su propia línea y no como discípulo de nadie. Por ejemplo, en las películas más recientes, la única que yo le vería un cierto parentesco con Buñuel sería en Hable con ella. Especialmente en esas escenas con las miniaturas que parecen sacadas de Muñecos infernales de Tod Browning. En este tipo de cosas tienen raíces comunes. Aunque no estoy seguro de que Buñuel hubiera visto esa fantasía fílmica de Browning. Veo más patentes en Almodóvar influencias de cierto cine norteamericano. Algunas reconocidas como Douglas Sirk, en esa manera muy plástica y, si se quiere un poco superficial y un poco «camp», a otras que no ha mencionado, sobre todo Jerry Lewis como director. Creo que hay influencias más fundamentales y subterráneas, pero muy persistentes, como la de Cocteau, que a lo mejor no le viene ni siquiera del director francés, sino a través de los miles de franceses que luego han tenido influencia de Cocteau como Demy, Rivette, Rohmer e incluso Godard. Antes pensaría en Billy Wilder o en Mankiewicz de Eva al desnudo o en Cassavetes que en Buñuel.
Es posible que Almodóvar no haya visto películas de Vigo o de Cocteau y del Renoir de los años 30 y que su influencia le llegara a través de esos otros directores. Lo que sí ha conseguido, se le reconozcan o no las influencias de Buñuel, es filtrar el mejor cine y tener un estilo propio. Eso le ocurría también al cineasta aragonés.
Lo que tiene valor, te guste o no Almodóvar, es que ha logrado crear un estilo muy heteróclito y muy compuesto que no es un estilo totalmente original, sino más bien formado de cosas de aquí y de allá que las ha reconstituido en una especie de lenguaje y estilo plástico sumamente personal. No sé muy bien cuál es el secreto, pero creo que fundamentalmente tienen un componente visual muy fuerte. En España somos muy sensibles a la gracia de sus diálogos y sus alusiones a temas de actualidad o a figuras españolas. Pero cuando yo he visto películas suyas en versión original con subtítulos en sitios como Viena, donde no sabían todos inglés, el idioma en el que estaban los subtítulos, la gente se reía donde se tenía que reír.
Hable con ella |
— Suponemos que Pedro Almodóvar, antes de hacer cine, habrá visto unas cuantas películas de Buñuel. ¿Qué etapa cree que es la que más le ha podido influir, aunque sea veladamente?
— No sé cuáles serán las primeras películas que habrá visto. Creo que las que más le han influido, y me parece normal porque a mi juicio son las mejores, son las mexicanas. Están hechas aparentemente plegándose a una industria y en el fondo disparatando las convenciones del folletín, y a veces del propio Arniches, pasado por Méjico. Son películas con unos actores de esos aparentemente imposibles que lo hacían muy bien, con una interpretación no naturalista. Mientras que sus películas francesas, que están hechas con más medios y con actores, si se quiere, más académicos, tienen mucho menos atractivo para un espectador español que se pierde las cosas que hace con el lenguaje. Además están hechas desde una posición más poderosa. En Francia hizo un cine con productores afines que le permitieron salirse con la suya y hacer lo que quiso. A casi nadie le habrían dejado hacer Belle de jour, ni El discreto encanto de la burguesía, ni locuras como el que un mismo papel lo hagan dos actrices, como en Ese oscuro objeto del deseo. Ni hacer una película tan enloquecida como El fantasma de la libertad.
— Sí parece que la primera etapa de Almodóvar, en la que contó con menos medios, es en la que tendría una situación parecida a la de Buñuel en México, de intentar funcionar en la industria y, sin embargo, llevar a cabo un discurso propio.
— Estratégicamente yo creo que tiene más que ver con la etapa mejicana. Le veo más en los parámetros estilísticos de Él, Ensayo de un crimen o El ángel exterminador que en Viridiana o Diario de una camarera, no digamos ya las que son un poco más oscuras como La muerte en este jardín. Su inclinación, por meros gustos, va más bien por ahí.
Entrevista de Eduardo Larrocha, publicada en el nº 76 de Turia (2005)
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