La publicación de algunos poemas del norteamericano Ivan Prueitt obedece, por un lado, a su valor intrínseco, bastante notable y, por otro, a su carácter sintomático de una de las actitudes que puede adoptar actualmente la juventud universitaria de los Estados Unidos.
Desde este punto de vista, conviene señalar el parentesco tonal que —casualmente, pues Prueitt no es un estudioso de la poesía ni de la literatura— existe entre los poemas que publicamos y otras expresiones de descontento: por un lado, Season of Fear tiene casi el mismo título que una novela del director de cine Abraham Polonsky, que trata sobre la época de McCarthy, cuya persecución padeció personalmente y a la que nunca se doblegó; por otra parte, dentro de la originalidad de los poemas de Prueitt —que no parecen muy influidos por nadie— se encuentra una gran afinidad con los de algunos de los más cualificados representantes de la beat generation: Gregory Corso, Lawrence Ferlinghett,y Allen Ginsberg, con cuyo famoso Howl enlazan directamente The Battle y To Mourn and to Love. La violencia lingüística, la dureza sonora y la tensión rítmica de One Death One Life, tal vez la mejor de estas poesías de Prueitt, remite directamente a los poetas antes mencionados, aunque tal vez tenga su origen en la alquimia verbal de Shakespeare.
Un aspecto especialmente sintomático de la poesía de Prueitt, todavía demasiado incipiente para constituir una poética propiamente dicha, es su carácter de creación instintiva e indeliberada, suscitada por estímulos exteriores o internos y fruto más bien de sensaciones padecidas que de ejercer una reflexión radical. A consecuencia de ello, las soluciones propuestas por Prueitt, decidido a no caer en el pesimismo y a no darse por derrotado —de ahí el movimiento ascendente y animoso a partir de una situación inicial depresiva que se encuentra en casi todas sus poesías—, adolecen de un cierto idealismo pacifista, no demasiado distante de ciertos movimientos hippies ni de las posturas espiritualistas adoptadas por algunos poetas beat como Ginsberg o Jack Kerouac. Ivan Prueitt ha buscado su religión en Oriente, pero no la ha encontrado en el budismo, sino en la fe de Bahá'u'lláh, y, según él mismo proclama, su poesía está directamente influida por su condición de Bahá'i, que le permite dar un sentido al caos que transcurre ante sus ojos y no perder la esperanza, viendo el lado positivo que tiene para el hombre toda crisis. No es, por tanto, lo más importante de los poemas de Prueitt las consecuencias ni las decisiones que extrae de su visión de los acontecimientos, sino su percepción de éstos, y la expresión espontánea, casi automática y sin reflexión estilística que da a sus impresiones. Prueitt, más que incidir en la realidad o aportar soluciones válidas, la refleja y con una prometedora sensibilidad poética que, con el tiempo, la experiencia y una mayor elaboración puede llegar a ser auténticamente valiosa.
Miguel Marías
Poemas
La batalla
Nosotros, los soldados del amor dispuestos a luchar,
nos hundimos ante la maltrecha imagen del romance
y condenamos al mundo por su parte en la decadencia del placer.
La creciente fuerza de la ira
agarra cada loco pensamiento y lo clava en nuestras vidas.
El clamor de la batalla es acallado antes del fin ideal,
mientras el sonido de victoria está en el canto fúnebre
que nunca le permite ser parte de la vida.
Todo esto en nosotros y de nuestra libertad esclavos,
hablando en los sones añejos de un dolor de poeta.
Lentamente el fondo de uno mismo y del amor es la verdad de la ignorancia,
y el mundo sin embargo nos ve como felices amantes de toda sensatez
que niegan la posibilidad de la locura.
Pero el clamor resuena aún con fuerza en nuestros oídos
mientras la batalla magulla nuestro instinto de dicha.
Una muerte, una vida
La rabia repentina
cruza la imagen sobre el muro
y luces rojas se encienden.
Un momento único atrapado
por las faltas de los muertos y los vivos
un latido de corazón salta torpemente.
El negror desatado contra la blancura
como ecos retumban los gritos de locura.
Nunca más analítica, la justicia omitida.
La respiración se detiene y los ojos se cierran
ante vanas catástrofes en un reino de voces.
Un gemido da paso a algo más allá del crimen.
El fragmento dentado de vidrio
rasga la piel tan detestada
y la vida del niño se derrama sobre el asfalto.
Una madre grita al mundo de cemento
resaltando como las lápidas sobre los muertos
y el rojo se hace verde, soltando la fatalidad apresurada.
Una pesadilla termina para dar paso a otra
mientras un niño en el dolor del parto saluda al mundo
con sus preguntas de amor, vida, mañana.
Un grito y otro grito aterroriza
los ojos incrédulos de los durmientes,
y los sueños se derriten en la realidad del miedo,
blanco y negro se funden en grises,
de nuevo en inflexibles blancos y negros.
De nuevo, me lanzan a esa batalla
que yo no creé,
llamando desesperadamente a aquellos que me dieron vida
para darle a la vida su ocasión,
pero no oyen lo que suplico,
no escuchan lo que suplican sus hijos y sus hijas.
Meditación, 1
Un susurro de niño perdido en el aliento de los viejos
contemplando la hora de la muerte.
Y sin embargo el universo es pequeño en el momento que piensa
un solo hombre.
Meditación, 2
El propio interior dotado de visión sin ojos.
Eso vive indescubierto en todas las almas.
El poder de ver qué misterio gira en el átomo
o se mueve por oscuras regiones del cosmos.
Lamentar y amar
Te llamo para que escuches
un quejido contenido impaciente
pero dolorosamente en el alma de un joven.
Un dolor profundo de dos siglos
violado en el alma de una edad inocente.
Nosotros, tus hijos y tus hijas
lloramos y no somos inocentes sin embargo,
gritamos y no somos escuchados todavía,
amamos y aún no se nos ama,
sensatos y sin embargo enloquecidos,
para ofrecer a la vida finalmente su sutil canto funerario
muriendo en un país que no puede llorar.
Caigo perplejo ante
tus crímenes sobre mi mente,
rascando polvo que fue una vez de nuestra forma,
preguntándome qué crió la creación para llamar a la tierra su dominio.
Y, desde entonces, ha olvidado su propia nobleza.
En este instante de egoísta agonía
hay aún algo cálido
moviéndose a lo largo de mis venas
al fondo de mi pecho.
Me detengo, de nuevo, para sentir el misterio
que es la vida girando
en un designio a la razón desconocido
y sangre tan roja, tan profunda
se convierte en ríos que llevan a la vida,
acercándose a una respuesta.
En mi pensamiento escucho un ritmo
y viene lentamente palpitando
al tiempo de poemas sentidos de corazón
colocados en un canto con paciencia.
Recuerdo rostros
que pude amar tan ciegamente,
mirando al fondo de canciones que son amor.
Hermanos y hermanas míos, moveos juntos,
y ojos que ven
profundos más profundos se hunden
en ese dormir que es el amor.
Cálidas palmas vivientes fueron estrechadas
dejando a todos los corazones sentir el pulso
del ritmo universal
mientras el cantante nos transportaba al paraíso.
Traducción de Miguel Marías
En El urogallo nº 9 (mayo-junio de 1971)
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