miércoles, 28 de mayo de 2025

The Movie Book of FILM NOIR

Edited by Ian Cameron (Studio Vista, London 1992)

Como el dedicado poco antes al western, se trata de un libro un poco misceláneo y asistemático, sin una estructura ni una ambición excesivamente claras, pero que se convierte, una vez más, por la variedad misma de los enfoques y los puntos de vista, por la multitud de cuestiones que plantea (sin pretender resolverlas) y por la calidad de algunos de los análisis tanto concretos como generales, en un libro imprescindible para cualquiera con acceso a la lengua inglesa que sienta interés por el género en cuestión o por los géneros cinematográficos sin más.

Lo mismo que la anterior recopilación-coordinación del antiguo gran crítico que fue Ian A. Cameron, alma de la difunta revista británica Movie, reedita algunos textos (a menudo revisados) que vieron la luz en dicha revista (en sus últimas etapas) junto con ensayos nuevos, a veces de una amplitud considerable y de una hondura que ya quisiesen para sí muchas monografías en formato libresco.

No es un abordaje anticuado, puesto que los puntos de vista y los métodos de aproximación son enormemente variados, y abarcan desde el "cahierismo" siempre legible y racionalizado (quizá influenciado por Northrop Frye y F.R. Leavis) que caracterizó a Movie en sus primeros años, pasando por los años de influencia semiológico-estructuralista-psicoanalítica (con ecos que van de Propp a Kristeva, de Metz a Pasolini, de Saussure a Lacan, de Barthes a Chomsky, de Marcuse a Althusser), pero casi siempre menos delirante, más sensata y menos dogmático-paradójica que en sus modelos franceses, sin olvidar las aportaciones de ópticas "marginales" (feministas o gay), hasta una especie de visión ecléctica y omnicomprensiva que permite aglutinar todas las contribuciones con tal de que se encuentre en ellas alguna idea útil.

El efecto final es en algún sentido abrumador, sin duda agotador para los perezosos, y tiene la virtud (hoy cada día más rara e infrecuente) de hacerle a uno replantearse muchas cosas que tiende a dar por sentadas o sabidas, o dudar de si lo que nos pareció algún día una solemne y aburrida majadería o un desvarío interpretativo no es, con todo, preferible -si no mejor- a la ausencia casi total de pensamiento cinematográfico, de reflexión sobre el cine (su naturaleza, su historia, su evolución, su sentido actual) que desde hace años, con contadas excepciones, nos aflige, y que creo grave para el propio porvenir de este arte venido a menos que tanto nos gusta. Desde la muerte de Serge Daney es raro encontrar -incluso en Trafic- algo que verdaderamente implique una meditación, un razonamiento profundo sobre el cine. Y en este sentido es bueno que venga Cameron a recordarnos -como Godard en sus trágicas y sublimes Histoire(s) du Cinéma- lo que el cine fue y pudo ser y quizá aún pudiera tratar de ser de nuevo, lo que desde una perspectiva crítica se intentó, con mayor o menor rigor y acierto, en un tiempo en el que se consideraba el cine materia de suficiente importancia como para tratar de abordarla desde todos los puntos de vista imaginables, en lugar de caer, como casi siempre hoy, en el mero gacetillerismo o en la (mal y poco) encubierta publicidad.

Sale uno de la lectura apabullante de este libro preguntándose qué fue realmente el thriller o el cine negro, o como se le quiera llamar, pero desde luego, creo yo, sin conformarse con cuatro tópicos más o menos esquemáticos que no resisten el contraste en ni una sola de las presuntas muestras reales del presunto género, ni siquiera las más conocidas y famosas, no digamos las más "laterales", las olvidadas, las disimuladas o camufladas, deliberadamente o no, o las -tan frecuentes- que son fascinantes resultados del muy usual mestizaje entre géneros y estilos aparentemente inconexos o incompatibles.

De pasada, el libro recopilado por Cameron tiene también la virtud de recordar la grandeza de algunos cineastas nunca tenidos por importantes u olvidados en los últimos años, y cuya aportación a la evolución de género, mientras estuvo vivo, fue tan capital -si no más- que la de figuras mucho más conocidas tanto entonces como, sobre todo, hoy.

En Nickel Odeon nº 20 (otoño del 2000)

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