Advierto que no voy a referirme a una supuesta película española llamada Desvío al Paraíso, y cuya existencia legal es mera consecuencia del doblaje, el origen de parte del dinero y algún trámite administrativo, sino que voy a hablar de un producto industrial angloparlante y fielmente mimético del más reciente cine de "acción y amenaza" norteamericano, aunque escrito y dirigido por tres españoles y cuente a Assumpta Serna entre sus intérpretes.
Me temo que esto es lo que algunos productores creen que debe ser nuestro cine, concebido como industria, y la dudosa receta que últimamente propugna el Ministerio de Cultura. Desde un punto de vista económico, no veo que cosas así mejoren nuestras infraestructuras, sino optando por la deslocalización ni utilizarán la que pueda haber; además, si sus artífices no se andan con cuidado, pueden acabar pagando derechos de autor a varias productoras americanas, que son las que allí detentan el copyright, verse acusados de piratería intelectual y demandados por plagio; la mayor parte del gasto en servicios parece haber beneficiado a Puerto Rico, Estado Libre Asociado de los EE. UU. de América, y el grueso de la nómina supongo habrá ido a parar al excelente actor americano Charles Dance. Que luego se estrene, en plan serie B, en Estados Unidos, y que su recaudación en España sea "aceptable" —gracias a las subvenciones— no me parece que sean hechos que consoliden nuestra llamada industria del cine ni que acrecienten el prestigio o la promoción internacional del cine español.
Desde un punto de vista cultural, y eso que no tengo nada contra los productos de género, y considero tanto a Roger Corman como a Joseph H. Lewis, tanto a John Carpenter como a James Cameron dignos representantes de la cultura americana, no creo que al Paul Verhoeven de Robocop o Instinto básico se le pueda aceptar como eximio exponente de la cultura holandesa, sino como un caso estable de adaptación camaleónica a la americana; a escala reducida, algo así cabe decir de Gerardo Herrero. Cuando se renuncia a nuestra lengua, nuestro paisaje, nuestros personajes y nuestras propias intrigas policiaco-criminales —y las hay a diario en cualquier periódico, y mucho más interesantes—, puede que se haga cine "internacional" de andar por casa, pero no, desde luego cine español.
Como pasatiempo, Short cut to Paradise está bien hecha, tiene cierta gracia y algún susto está conseguido. Carece de rasgos distintivos, personales y originales. Es un producto artesanal apátrida, más competente que competitivo. Sin ambiciones artísticas, cabe considerarse que ha alcanzado su (modesto) objetivo, porque se puede ver sin aburrimiento. Como experiencia aislada, puede pasar: no pesa ni irrita, aunque me deje indiferente y no me interese lo más mínimo, y me extrañe ver entregado a estos menesteres al hace poco productor de Pepe Ganga y Felipe Vega, al socio español de autores europeos como Manoel de Oliveira y Alain Tanner, al director de Al acecho.
Ahora bien, si esto se toma como modelo del (poco) cine español que va a hacerse en el futuro, podemos cerrar la tienda y escribir su historia definitiva antes de que cumpla el primer siglo.
En “Todos los estrenos. 1994”. Madrid : Ediciones JC, diciembre de 1994.
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