Esta película, rodada en 1941, puesta en circulación entre las tropas americanas y no estrenada comercialmente hasta 1944, no ha estado nunca - salvo para algunos de sus admiradores - entre las más prestigiosas de Frank Capra, pues se considera menos "de autor" que otras, sin duda más personales - como Qué bello es vivir - o de mayor trascendencia social e ideológica, como Caballero sin espada, Vive como quieras o Juan Nadie. El mismo hecho de que sea muy divertida, sin proponerse otra cosa, ha estimulado tan desagradecida actitud, muy frecuente entre la crítica y que a menudo se contagia al público. Como si hacer reír, además de importantísimo, no fuese de lo más difícil que hay.
También ha contribuido a desconcertar que, frente a la imagen excesivamente "acaramelada" y optimista que circula de Capra, Arsénico por compasión sea una comedia de humor negro, que bordea lo macabro y lo siniestro, de una forma desusada en el cine americano, y que tiende a asociarse mucho más con el británico, con muestras tan ilustres como Ocho sentencias de muerte de Robert Hamer (1949) y El quinteto de la muerte (1955) de Alexander Mackendrick, curiosamente posteriores a esta curiosa incursión de Capra, que hoy debiera asombrarnos menos, tanto si hemos leído su autobiografía The Name Above The Title como si prestamos más atención a los aspectos de pesadilla que tienen sus obras más celebradas y típicas, al menos en algunos largos pasajes.
Esta screwball comedy tardía, además de la osada y jocosa idea de mezclar a Peter Lorre y Raymond Massey (convertido en un sosias del Boris Karloff de Frankenstein) con Cary Grant, supone el único encuentro de este gigantesco actor, sin duda el más representativo del género, con Frank Capra. Sólo por las actuaciones de estos y otros intérpretes menos conocidos, Arsénico por compasión valdría la pena. Pero, además, si se medita un poco acerca de los "buenos motivos" que llevan a cometer crímenes en cadena a los personajes menos sospechosos que caben, nos encontramos con que Arsénico por compasión, lejos de ser ajena a la obra de Capra, es un poco su reverso, su reflejo invertido, su cara oculta, su negativo, y por tanto, una obra sumamente reveladora.
Texto inédito, escrito para una edición en dvd de clásicos (22 de octubre de 1998)
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