martes, 2 de abril de 2024

¿Dónde está la verdad?

Acabo de ver Chronique d'un été (1961), de Jean Rouch. Es un film muy imperfecto, ciertamente, pero uno de los más estimulantes ejemplos realistas que he visto. Es un film que podría discutirse durante horas, y, sobre lodo, una experiencia útil, muy interesante, y, de un modo indirecto, muy importante.

El film consiste en lo siguiente: el sociólogo Edgar Morin propone al etnólogo-cineasta Jean Rouch hacer un ensayo de cinémaverité, para lo cual Morin interroga a diversos artistas, obreros, estudiantes, amigos (ninguno de ellos actor), a los que Rouch sigue con sus cámaras silenciosas, de reducido tamaño y que no necesitan focos ni ningún tipo de luz extra, y que, llevadas a mano, molestan a los “actores” lo menos posible. Así, Rouch rodó veinticinco horas de proyección en París y Saint-Tropez, en el verano de 1960, de lo que, tras cortes, selección y montaje, salió en la primavera de 1961 un film de hora y media, rodado por muy poco dinero, en sonido directo y que se puede descomponer en tres partes, si bien el film carece totalmente de estructura narrativo-temporal; en la primera, brevísima, Rouch y Morin explican su propósito de hacer cine-verdad y que los “actores” no son tales; en la segunda, Morin interroga a las personas del film, algunas de ellas van por la calle preguntando a la gente si es feliz, Rouch y Morin discuten con personas de diferentes razas sobre política (Argelia, Congo, racismo), etc., y en la tercera se proyecta a todos los que han intervenido en el film, y lo discuten y critican, y luego Rouch y Morin, a solas, hacen balance de lo conseguido.

Y he aquí que empezamos a adentrarnos en lo apasionante de este film, cuyo tema no es realmente una encuesta sociológica sobre "el verano de unas cuantas personas de París", sino el muy godardiano de la apariencia y la realidad, la mentira y la verdad.

Empecemos diciendo que el valor sociológico del film me parece muy limitado, si no nulo, y que me interesa mucho más como cine "a secas" que como cine-verdad, y más por lo que da que por lo que es, más como método que como resultado.

En primer lugar, como documento sociológico no es representativo (como Morin reconoce, hubiera hecho falta interrogar a tres mil personas, lo cual era imposible), por el número reducido y seleccionado de personas que sirven como materia de estudio. En segundo, la presencia de una cámara, por discreta que sea, y de un entrevistador, contaminan forzosamente la verdad: así, no descubriremos la verdad de Angelo, Mary Lou o Marceline sino de un modo indirecto, a través de su fingimiento, de su —ahí está el detalle— actuación, pues también puede saberse lo que piensa una persona por sus mentiras y sus silencios. Así Chronique d'un été, no es cine-verdad más que en segundo grado, pues esas mentiras, esos fingimientos, esas actuaciones, son parte de la verdad de las personas estudiadas.

Dice Godard que la técnica del cine-verdad es también una técnica de mentira. En efecto, resulta que en Chronique d'un été las personas que parecen más verdaderas, que interesan más, que emocionan, son las más falsas, las que más actúan, las que dejan de ser personas para convertirse en personajes (así, Mary Lou, la llorosa italiana, o Marceline, la judía que estuvo en un campo de concentración). Que estos "personajes", sean creación de Rouch y Morin o de los mismos "intérpretes" poco importa: el caso es que, cuanto más actúan, a través de su actuación, dan más de sí mismos. Lo curioso es que se nota mucho que fingen (incluso hay momentos en que Mary Lou parece estar leyendo lo que dice) y sin embargo, mientras se nota su falsedad, emociona de todos modos. Es muy interesante a este respecto ver cómo, en la discusión sobre el film (en la que se le hacen muy duras críticas) las reacciones son muy opuestas y que, en general, los que han fingido menos dicen que es muy falso e impúdico, mientras que los que han fingido más lo reconocen o se muestran muy satisfechos.

Tenemos aquí, pues, que en el cine habitual hay más verdad del actor cuanto menos mentira hay en su interpretación (es decir, cuando peor interpreta: esto no va, pues, con los mejores actores, que no "interpretan", sino son o viven sus personajes: John Wayne, Humphrey Bogart, Henry Fonda, James Stewart, Robert Mitchum, Audrey Hepburn, Jean Seberg). En Chronique hay más verdad de las personas cuanto menos interpretan, pero nos las creemos más, las conocemos mejor, cuando se dan una biografía, se dramatizan, actúan.

Aquí llegamos, pues, a lo que de fértil tiene e1 cine-verdad: su uso como método de dirección de actores, provocando en ellos unos gestos, unas respuestas. Es el método que usa Godard, gran admirador de Rouch (sobre todo de La Pyramide humaine, que sería esencial conocer), y de hecho hay más verdad en Masculin Féminin (1966) o Deux ou trois choses que je sais d'elle (1966), o por poner más ejemplos realistas, en muchos fragmentos de À bout de souffle (Al final de la escapada, 1959), o Pierrot le fou (Pierrot el loco, 1965), que en Chronique d'un été. Sobre todo, Godard usa trozos de verdad para hacemos llegar mejor a una ficción, sin pretender que nada de ello sea verdad, mientras Rouch nos da más verdad en algunos momentos pero también casi siempre más mentira, sobre todo al presentárnoslo todo como verdad. De todo esto, sin embargo, los autores del film son bien conscientes y de hecho Morin ha declarado: "El cine-verdad nunca ha querido decir «he aquí la verdad», sino «buscamos la verdad»". Lo cual es cierto, y sin duda algún día lo logrará (o lo ha logrado: en España no lo sabemos); pero, por ahora, hay más verdad en Godard o Milos Forman (Cerný Petr, 1964, que circula por los cine-clubs españoles, Lásky jedné plavovlásky, 1965) o Ermanno Olmi (Il posto, El empleo, 1961), o a fin de cuentas, Otto Preminger, John Ford, Jean Renoir, Alfred Hitchcock o cualquiera de los grandes cineastas, por profesionales que sean sus actores o rocambolescas o fantásticas que sean sus películas, porque en el cine, la verdad y la mentira van íntimamente unidas, porque el cine es el arte de lo verdadero y de lo falso: de la apariencia.

En El Noticiero Universal (18 de mayo de 1967)

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