lunes, 20 de enero de 2025

Fake (Orson Welles, 1973) y Filming Othello (Orson Welles, 1978)

Si tengo a Filming Othello como una consecuencia de Fake no es solo porque sea el film de Welles inmediatamente siguiente, sino más bien porque ambas contienen, a mi modesto entender, dos de las máximas interpretaciones wellesianas: aunque se represente o interprete a sí mismo -cosa que, por lo demás, hizo casi siempre-, no creo que nunca lo haya hecho con tan gran sentido del humor y a la vez del espectáculo, por una vez de carácter íntimo y hasta se diría (pero es una ilusión, pura ficción) que confidencial. A diferencia de otros cineastas cuando se encarnan a sí mismos -pero con menos oficio y experiencia que Welles, claro-, Orson no nos habla con tono profesoral o de erudito-conferenciante, sino con el casi más propio de una conversación entre amigos o siquiera viejos conocidos, a los que se puede confiar algún secreto, alguna decepción, algún truco.

Como siempre que se veía obligado a apañarse con lo disponible -y casi siempre le faltaron medios o tiempo, si no ambos elementos-, y cabe suponer que sin contar con un plan previo muy preciso ni una idea clara de a dónde iría a parar ni de lo que cada película podría durar, encuentro a Welles especialmente inspirado también como director: es cierto que las dos contienen algunos materiales ajenos y no muy reelaborados, algunos planos vulgares o rutinarios o excesivamente secos, pero a su lado, fulgurantemente, aparecen también algunos de los más hermosos y sencillos de su filmografía, también algunos de los más misteriosos.

Otro paralelo que refuerza el aire casi de díptico de estos dos films breves y tardíos es que explican sobre Welles y sobre su concepción del cine más que muchas de las muy numerosas entrevistas con él que pueden leerse y no digamos que los aún más innumerables libros y artículos que se han dedicado, desde 1941 hasta hoy, a elogiar, comentar o interpretar y valorar no solo su obra, o sus múltiples actividades, sino también su personalidad. Esto hace de ambas películas materia prima nada desdeñable, sino estrictamente imprescindible para cualquier acercamiento serio a su figura.

Aunque Filming Othello carezca de la magia y el encanto, y quizá del humor burlón y fanfarrón de Fake, es también una película finamente humorística, pues no por tener un alcance más concreto y limitado -su versión del Otelo de Shakespeare, terminada en 1952- deja de jugar con el espectador-oyente (no se puede imaginar ninguna de estas dos películas sin la voz de Welles) al ratón y al gato, ocultando o enseñando una carta, borrando o relativizando las siempre borrosas e inestables fronteras que separan el documento de la ficción, la historia del mito y la realidad del cuento.

Si en Fake (o ? About Fakes, y tiene muchos otros nombres y apodos) había entrelazadas varias historias y otros tantos temas de debate, este segundo ensayo fílmico filmado, más breve además, es de contenido estrictamente monográfico y de aire, si no mucho más serio (pues Fake lo es, en el fondo), de tonalidad menos bromista. No me extrañaría nada que este par de modestos Welles sirviesen de estímulo e inspiración a la muy abundante trayectoria ensayística de Jean-Luc Godard, que culmina en su serie televisiva Histoire(s) du Cinéma.

Hay quizá, si se quiere, más invención, más elaboración de imágenes nuevas en la primera, pero no por ello menor reflexión, sino simplemente de ámbito más amplio y, por ello, con un carácter más juguetón y disperso. Por eso, probablemente, y también por estar menos centrada en el propio Welles, Fake es también, a la vez, la más divertida y la más emocionante, pero encuentro tanto una como otra absolutamente fascinantes, y sorprendentemente discretas (a la vez que exuberantes) pruebas de que Welles no era por esos años ni un cineasta acabado ni un gran perezoso, sino uno de los muy contados directores que, en esos años 70 tan difíciles tanto para los clásicos como para los modernos ya veteranos (Antonioni, Rossellini, Bergman), muy pocos lograron superar con integridad y -como diría el Gene Kelly de Cantando bajo la lluvia- dignidad, siempre dignidad.

En “El universo de Orson Welles”. Madrid : Notorious, mayo de 2015.

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