lunes, 24 de febrero de 2025

Le Testament du Docteur Cordelier (Jean Renoir, 1959)

Como sólo antes la misteriosa La Nuit du carrefour (1932), Cordelier es insólita en la carrera de Renoir por su carácter precipitado y fulgurante. Más sombría de lo habitual, pero no exenta de comicidad, se benefició de la libertad que le confería una idea luego muy copiada: rodar una película con procedimientos - economía, rapidez y varias cámaras - televisivos. No se tema por ello una improvisación caprichosa; de hecho, es la más fiel a Stevenson, pese a actualizarla y trasponerla de Londres a París, de las muchas versiones cinematográficas de la novela breve The Strange Case of Dr. Jekyll & Mr. Hyde. Está verdaderamente adaptada, en la medida en que son otros los conocimientos científicos y psicológicos, otras las creencias y la moral dominante, distinto el clima y el ambiente, pero tenemos en su integridad lo esencial de la inquietante fábula, con toda su ambigüedad y su tragedia, su crueldad y sus aspectos grotescos. Y con la diferencia, radicalmente cinematográfica, de que todo es visible y por tanto concreto, y que el espantoso, deforme y sin escrúpulos Hyde resulta más gracioso en su animalidad sin freno que el civilizado e hipócrita Doctor, reprimido y estirado, vanidoso y petulante burgués. El carácter especular de la doble personalidad extremada del Doctor y el monstruo que lleva dentro y que su brebaje libera impide cualquier maniqueísmo, sin que por ello la película favorezca los términos medios, ni el mediocre, benigno y timorato y crédulo Maître Joly, el abogado amigo ni el excitable, fumador compulsivo y retrógrado rival médico de Cordelier encarnado por Michel Vitold son propuestos como modelos; además, el primero es engañado y traicionado, y el segundo muere, como mueren al final los dos seres que no pueden convivir, ni siquiera alternándose, en feroz lucha por el cuerpo extremadamente plástico de Jean-Louis Barrault, demostración inesperada de que un actor teatral puede ser un gran intérprete cinematográfico si tiene sentido del humor y despliega una elegancia de movimientos digna de Fred Astaire. El nada simiesco y muy bailarín Opale en que Renoir ha transformado a Mr. Hyde es quizá el hallazgo más notable de la película: da miedo y risa a la vez. Para colmo, sólo en Bande à part se ha captado sin falsa poesía el atractivo utrillesco de las calles de los arrabales de Paris, tanto los ricos como los miserables. Y nunca el gris fue tan misterioso desde los tiempos de la fotografía ortocromática de los primeros años del cine mudo. Le Testament du Docteur Cordelier entronca con Feuillade y anuncia a Godard.


En “Movie Movie : guía de películas” por Teo Calderón. 4ª edición. Madrid : Alymar, febrero de 2011.

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