Como soy de los que echan de menos que cada dos o tres años se estrene un nuevo Hitchcock, y de los que creen que Brian De Palma fue, durante algún tiempo, un aceptable sucedáneo —sobre todo con Vestida para matar, Impacto y Doble Cuerpo—, pues trataba temas semejantes (o derivados) con un estilo diametralmente opuesto y una estrategia que venía a ser la misma, pero inadvertida, que la del maestro, lamento que últimamente tenga un poco abandonado el género, y que ande por derroteros aparentemente más serios (Corazones de hierro) o pierda el tiempo en proyectos ostentosamente más pretenciosos (La hoguera de las vanidades).
Atrapado por su pasado se inscribe en otra de las ramas de su obra, una tendencia quizá procedente de otro de sus ídolos —Howard Hawks—, aunque, por la base realista del género, con resultados variables. Aunque debo ser una de las pocas personas que tienen en alta estima su Scarface (El precio del poder), Los intocables de Elliot Ness me pareció un poco decepcionante, y no me atraía demasiado Carlito 's Way, que está muy bien, aunque sin igualar Scarface.
En realidad, su único defecto es que resulta excesivamente previsible; tal vez por eso, De Palma empieza por contar el final, reconociendo así que tiene gastados varios cartuchos importantes antes de que arranque la historia; tendrá que renunciar a la sorpresa, y jugar con la angustia, y más con la sensación de maldición inesquivable y mecánica que acosa al delincuente que quiere y no puede retirarse, que con la tragedia de la ambición. Dentro de este "tono menor", de retirada, Carlito's Way es una película enormemente eficaz, rápida y certera, sin efectismos ni trampas de guión, que revalida el talento y la habilidad potenciales de De Palma: lo único que necesita, puesto que ha optado por ser narrador, y no experimentador —como al inicio de su carrera—, son buenas historias. A los actores ha demostrado saber elegirlos y guiarlos o contenerlos, cuando son buenos; y también que es capaz de descubrir rostros nuevos y detectar personalidades emergentes. Usa la pantalla ancha como pocos directores de hoy (que parecen haber renunciado de antemano, como si el hecho de que luego en TV y vídeo suelan recortarles el encuadre fuese una excusa suficiente para no molestarse en componer) y no ha perdido casi nunca el sentido del ritmo. Y el que domina tiempo, espacio, relato y actores tiene en el cine muchas posibilidades de triunfar, si le dan los medios adecuados y no le ponen —o se la pone él mismo— la zancadilla.
En “Todos los estrenos. 1994”. Madrid : Ediciones JC, diciembre de 1994.
Acertada reseña de Marías.
ResponderEliminarUn excelente De Palma, una filigrana tan virtuosa como euforizante. Por otra parte, uno de esos pocos títulos de los decrépitos años 90 que han envejecido más o menos bien.
Saludos.
José A. Bielsa